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China destruye mezquitas y crea campos de concentración para musulmanes

  • Infórm@te
  • 7 may 2019
  • 2 Min. de lectura

El gobierno justifica la detención de musulmanes alegando una lucha contra el extremismo islamista

Bandera de la República Popular China. VÍA: EFE


Desde el 2016, más de una veintena de mezquitas han sido demolidas en la región china de Xinjiang y millones de musulmanes han sido recluidos en campos de concentración. La islamofobia y la intención de sofocar el separatismo en la región son las dos principales causas de estas agresivas medidas.


En Xinjiang, situada al noroeste del país, más del 50% de su población está compuesta por uigures y kazajos. Ambos grupos étnicos profesan la religión musulmana y utilizan lenguas escritas con el alfabeto árabe. Aunque el islamismo supone poco más del 1% en China, es la religión que predomina en Xinjiang. Es por eso por lo que las autoridades chinas han prohibido la práctica religiosa en la región. Asimismo, el ejecutivo chino ha introducido tecnologías de reconocimiento facial o de análisis de datos para «vigilar y hacer seguimiento» a los habitantes de la región, según un informe publicado por Human Rights Watch.


El gobierno de Xi Jinping ha llevado a cabo un levantamiento de la cultura e identidad de uigures y kazajos que ya se han denominado como «Estado excavadora». Desde hace tres años, al menos 24 mezquitas de la región han sido demolidas, de acuerdo con una investigación llevada a cabo por el diario británico «The Guardian». Un ejemplo de esta destrucción de símbolos musulmanes es la mezquita de Kargilik, la más grande del territorio y situada en la ciudad del mismo nombre, al sur de Xinjiang. Ya no existe.

Musulmanes entrando a una mezquita de la región china de Xinjiang. VÍA: AFP


Otra de las grandes decisionews para sofocar el llamado «extremismo» y separatismo de la población de Xinjiang es la creación de campos de concentración. Cerca de un millón de ciudadanos están o han estado detenidos en centros de reeducación de la región, según una estimación de un grupo de expertos citados por la ONU y desmentido por Pekín.


Este ataque a las mezquitas y la población musulmana se culmina con restricciones en el idioma uigur en favor del mandarín, única lengua en la que se imparte la educación. Además, se promueven los matrimonios interétnicos y se fomentan actos para exaltar el patriotismo y la cultura china. Todo ello para acabar con cualquier tipo de sentimiento separatista

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